Autómatas como maestros de emociones para niños autistas


Un niño autista no entiende sonrisa ni si esta expresión tiene que ver o no con felicidad. Tampoco entiende si llanto va de la mano de tristeza. Pero un niño autista puede ser un excelente matemático. Y las matemáticas entienden de categorías y recurrencias, series de elementos parecidos entre sí que se identifican bajo un mismo concepto. El problema es que para mostrar estas emociones se necesita un rostro humano. Y es en la interacción con otro individuo cuando el niño puede rechazar el aprendizaje. Pero si ese individuo es un robot, la cosa cambia.

Más información: Es materia/ El País

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