Un discípulo y su maestro caminaban por el bosque. El discípulo estaba perturbado por el hecho de que su mente estaba en constante inquietud, no podía dejar de pensar. Le preocupaba no alcanzar la iluminación. Sin embargo, también se avergonzaba de reconocerlo, por lo que le preguntó a su maestro de forma indirecta: “¿Por qué las mentes de la mayoría de las personas están inquietas y solo unas pocas poseen una mente tranquila? ¿Qué se puede hacer para aquietar la mente?”
El maestro miró al discípulo, sonrió y dijo: “Te contaré una historia... (Leer más en:
Rincón de la psicología).
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