El factor Cenicienta
De aquí al fin del toque de queda es posible que lo vivamos más de una vez. Nos invitan por la noche a casa de alguien. Nuestro habitual horario para cenar es sustituido por el europeo, y no porque nos hayamos vuelto más civilizados. No hay otra forma de poder pasar un par de horas en la mesa antes de tener que salir escopeteado para llegar a casa antes del límite. En caso de que el anfitrión se muestre muy hablador, puede que salgamos con el tiempo justo y totalmente estresados, como Cenicienta cuando pierde su zapato bajando las escaleras en estado de pánico. (Leer más en: El País).
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