¿Por qué preferimos dar que recibir?


 Muchos de nosotros hemos crecido creyendo que es más noble dar que recibir. Esta creencia que nos han inculcado nos ha protegido durante años de convertirnos en monstruos egocéntricos que no dejan de escanear su entorno para ver qué pueden extraer de él. Así, hemos aprendido a reconocer las necesidades de los demás, a respetar sus sentimientos y mostrarnos sensibles ante sus peticiones.

No obstante, ese continúo dar nos ha hecho olvidar que también es importante saber recibir. De hecho, en una relación, cuando una de las dos personas no sabe recibir, levanta un muro a su alrededor que aleja a la otra. En todas las relaciones interpersonales, es imprescindible lograr un justo equilibrio entre el dar y el recibir. Por eso es fundamental reflexionar sobre los motivos que se esconden en la base de ese desequilibrio.

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