El arte de amargarse la vida
Lo sabemos, la felicidad es un concepto muy difuso a la vez que complejo. Podríamos hablar de aspiración, de algo que alcanzamos brevemente y que al instante, pierde levemente su resplandor, su intensidad. Sin embargo, queda la cotidianidad de las pequeñas cosas, de un sencillo equilibrio en el que sentirnos bien, ahí donde poder apreciar cada cosa que nos rodea, nos acompaña y nos define.
Puede que el ser consciente de esta felicidad “humilde”, sea un don que no todo el mundo dispone. Pongamos un ejemplo: según la revista Forbes, una buena parte de las personas más ricas de nuestro planeta, es infeliz. Esto nos demuestra dos cosas que quizá ya sabíamos, que la felicidad no se compra con un cheque de infinitos ceros, y que el arte de amargarse la vida está quizá a la orden del día en todas las escalas sociales. Hasta en los millonarios.
Puede que el ser consciente de esta felicidad “humilde”, sea un don que no todo el mundo dispone. Pongamos un ejemplo: según la revista Forbes, una buena parte de las personas más ricas de nuestro planeta, es infeliz. Esto nos demuestra dos cosas que quizá ya sabíamos, que la felicidad no se compra con un cheque de infinitos ceros, y que el arte de amargarse la vida está quizá a la orden del día en todas las escalas sociales. Hasta en los millonarios.
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