Una parábola budista nos muestra cómo perdemos lo que más amamos
“Un hombre, que había perdido a su esposa durante el parto, estaba
criando solo a su hijo, a quien amaba más que nada en el mundo. Un día,
mientras el padre estaba ausente, unos saqueadores quemaron la mayor
parte del pueblo y secuestraron a su hijo. Cuando el padre volvió, confundió uno de los cadáveres quemados y
pensó que era el de su hijo. Completamente devastado, hizo cremar el
cuerpo y puso las cenizas en una urna que colocó en el mejor lugar de la
casa. Días después, el niño logró escapar de los saqueadores. Corrió de
regreso a casa y llamó a la puerta de la casa que su padre había
reconstruido...." (Seguir leyendo en: Rincón de la psicología).
Comentarios
Publicar un comentario