El mal hábito de descargar la frustración en los demás
Desde el empleado que nos atiende hasta el taxista que nos lleva hasta nuestro destino, pasando por los vecinos, amigos o familiares, no es necesario tener una relación cercana con alguien para que descargue su frustración sobre nosotros, pero tener un vínculo afectivo tampoco nos salva de convertirnos en una especie de saco de boxeo. El mal hábito de descargar la frustración sobre los demás está muy extendido y solo genera más crispación. (Leer más en: Rincón de la psicología).
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