Cuando hayas hecho todo lo posible, solo te queda fluir con los acontecimientos
Vivimos aferrados al control, aunque nos cueste reconocerlo. El control no es solo esa presión que se ejerce sobre otra persona sino también esos pequeños actos cotidianos a través de los cuales estructuramos rígidamente nuestra vida. El control es no dejar transparentar las emociones. Intentar buscar una explicación a todo. Y, por supuesto, desear que el mundo vaya como deseamos. Sin embargo, a pesar de que la ilusión de control nos infunde seguridad y, de cierta forma, nos ayuda a mirar al futuro con más tranquilidad y confianza, no podemos olvidar que se trata de un espejismo. (Leer más en: Rincón de la psicología).
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