Gritar y pedir que no te griten

Tienes todo el derecho a pedir que no te griten. La única condición previa para exigirlo es que tú no grites a los demás, ya que de otro modo no tiene sentido formular esa demanda. En la vida cotidiana no es raro ver a quienes, en medio de una discusión, responden con un grito a otro grito, escalando el volumen de la conversación. La mayoría de la gente tendrá que encontrarse de vez en cuando con alguien irascible y descontrolado. Es un gran reto, sobre todo cuando ese alguien es el jefe, un compañero de trabajo o incluso la misma pareja. El mayor desafío está en no permitir que te arrastre en su desinhibición, pero esto no es nada fácil. (Leer más en: La mente es maravillosa).

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