"Monsieur Leborgne, supongo"
En 1861, el neurólogo Paul Broca presentó ante la Sociedad de Antropología de París el cerebro de uno de sus pacientes, fallecido pocas semanas antes en el hospital Bicetre de la capital francesa. Aquella presentación, basada en la autopsia de aquel hombre que había perdido el habla, sentó las bases sobre el estudio del área cerebral que controla el lenguaje. Hasta ahora, aquel cerebro pertenecía a un paciente anónimo del que únicamente se conocía su apellido, 'monsieur Leborgne'. Un historiador polaco acaba de sacarle del anonimato.
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