El contagioso efecto dominó de los aplausos

¿Emocionado por los aplausos que recibió tras una intervención, a su juicio, ejemplar? Sin ánimo de quitarle el entusiasmo, la cantidad o fuerza de los aplausos no tiene por qué ser prueba de la calidad de una actuación. Así lo dicen al menos expertos suecos que han estudiado el tema de cerca. Según ellos, el aplauso es contagioso y la duración de una ovación depende de cómo se comportan los miembros de una multitud. Sólo hace falta que un pequeño número de personas comience a aplaudir para que esta forma de expresión se extienda por todo un grupo, y con que uno o dos individuos decidan dejar de batir las palmas, el aplauso se apagará.

Leer más en: BBC Mundo

Comentarios

Entradas populares