La fuerza de la amabilidad

Dicen que la amabilidad está en desuso. La impaciencia y la prisa son sus enemigos. Estamos tan centrados en nuestra lista de tareas que dedicar una palabra amable, más allá de gruñir "buenos días", parece una pérdida de tiempo. Por no hablar de los impacientes peligrosos que proyectan con insistencia los faros de su coche en nuestro cogote porque estorbamos en su camino. La RAE define a una persona amable como alguien afable y afectuoso. También, por su origen latino, 'amabilis', es alguien digno de ser amado. Por ello, nuestros seres queridos han de ser tratados con máxima amabilidad. Por desgracia, la convivencia, los problemas y la falta de autocontrol pueden hacer que los descuidemos. (Leer más en: El Mundo).

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