Los hombres son más deshonestos que las mujeres

La corrupción, como el cáncer, parece inherente al ser humano. Ya en el antiguo Egipto, los faraones pagaban elevados sueldos a sus recaudadores de impuestos, los escribas, para que no les estafasen y, por si el incentivo no funcionaba, crearon un cuerpo especial de escribas para vigilarlos. La existencia del fraude quedó incluso registrada en la famosa piedra Rosetta. Grabada hace unos 2.200 años, en aquella estela se anunciaba una amnistía fiscal en las que los evasores de impuestos eran puestos en libertad y sus deudas condonadas.

Una de las variables relevantes para comprender y reducir la corrupción es el sexo, la posibilidad de que ser hombre o mujer influya en las probabilidades de ser más o menos honesto. Esto es lo que han querido medir en un estudio publicado en el número de diciembre de Economics Letters investigadoras de las universidades australianas de Queensland y Monash y sus resultados indican que los hombres son más deshonestos que las mujeres y en un mayor grado.

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